jueves, marzo 16, 2006

Luna llena y en fallas


Dicen que cuando hay luna llena la gente está más nerviosa, más inquieta y alborotada... pues debe de ser cierto porque ayer, otros vándalos volvieron a destrozar y robar figuras de la falla de la plaza del ayuntamiento. Por la noche mirando al cielo me di cuenta de que había una luna enorme y brillante, que prácticamente hacía innecesaria la abundante iluminación de la que disponen algunas calles valencianas. Aunque no tengo ni idea de ciclos lunares, supongo que la luna llena estará un par de días más, aplicando su particular euforia e inquietud entre la población.

Las fallas son de por si un momento de nervios, avalanchas, masificación y tensión (entre los falleros, los conductores, los lanzadores de petardos, los artistas, los limpiadores, los policias...) así que si además añadimos la luna infiriendo su magnetismo a una fiesta muy nocturna, la "juerga" puede ser completa. Yo comprendo que un 5% de la gente se escape de Valencia, Denia, Gandía, Burriana, Alzira, Buñol o Benifaió cuando son fallas, porque si no eres fallero, y no eres de los que te gustan los petardos ni la masificación, encuentras en estos días la escusa perfecta para viajar. Tengo amigos que se han ido a París, a Lisboa, o a Roma, pero yo no, yo no me iría en fallas, aunque eso no quiere decir que no los entienda.

No me iría porque es un periodo único donde la crítica y el arte se unen en las calles con el fuego y el ruido. La fiesta y la alegría se convierten en el mejor motivo para salir a la calle y divertirse, y disfrutar de la iluminación, de la música, de los castillos o de una buena falla, con su toque crítico unas veces, y amable otras. No me voy porque me gusta pasear por una ciudad si coches, ver a la gente contenta, escuchar una dolçaina tocando "Ramonet si vas a l'hort, porta figues, porta fiiiiigues..." y me gusta ver las caras de la gente cuando asiste a una mascletá por primera vez, o un ninot de los Beatles, o una crítica mordaz a un regidor o ministro. Me gusta ver a los falleros con sus trajes típicos desfilando, y a la Virgen de los Desamparados con su traje anual de flores, pero sobretodo, me gusta ese sentimiento mágico que recorre las venas de tus vecinos, amigos, familiares o visitantes, y que se contagia por el aire, como el olor a pólvora y flores.

Ayer un amigo francés me hacía sentir orgulloso de nuestra fiesta, luego otro amigo granadino se tranformó en paparazzi japonés ante su primera visión de un ninots, mientras que una belleza italiana, describía las fallas como "un gran museo de arte éfimero y combustible". Puede que se hagan escesos estériles como gastar 600.000 euros en una falla (els diners i els collons pa les ocasions), o que Valencia se convierta en una gran churrería, o que no se pueda ni aparcar, ni circular, ni dormir, ni... Pero tenemos que sentirnos orgullosos de una tradición más viva que nunca y que hace sentirnos a todos un poco más vivos durante unos días.